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DEPORTE Y VARICES
El ser humano se diferencia de los animales por el hecho
de mantenerse erguido, es decir camina sobre sus dos miembros inferiores, esto, sumado a otros factores como la exposición
solar directa, el alcohol, tratamientos hormonales, como por ejemplo los anticonceptivos, o situaciones en que se produce
una alteración del retorno circulatorio, por ejemplo durante el embarazo, o por el uso de ropas demasiado ajustadas, o la
falta de ejercicio físico, generan un terreno en el cual el Homo sapiens, es decir nosotros los humanos, seamos propensos
a la enfermedad varicosa.
Curiosamente, la práctica deportiva, lejos de ser siempre un beneficio , puede ser responsable de una enfermedad
venosa en el 85% de los deportistas de alto nivel, teniendo el 80% de ellos menos de 23 años.
Esta situación de la práctica deportiva se produce por tres
causas principales:
Al
existir un incremento del gasto sanguíneo por la necesidad de los músculos por el aumento de la actividad física, también
se incrementa el retorno de la sangre al corazón, es decir se produce una sobrecarga funcional del retorno venoso.

Los golpes producen a veces un hematoma y un edema, es decir
hinchazón, localizados, que en ocasiones se asocian a trombosis (formación de
coágulos de sangre en el interior de un vaso sanguíneo), lo que de por si no da lugar a una insuficiencia venosa grave, pero
predispone a que se elongue y dilate la pared venosa.
Los deportes que se practican mediante saltos continuos, provocan golpes con aumento de presión en el interior
de la vena, lo que lleva a la destrucción escalonada de las válvulas. Es por eso que es aconsejable utilizar medias de elastocompresión
graduada, diseñadas para deportes.
En la mayoría de los deportes que se practican en la actualidad
participan por lo menos dos de estos factores.
Sin embargo deportes como la natación, la marcha a paso vivo,
o grandes pasos, el golf, la práctica de esquí, la bicicleta, pero no de competencia, pueden practicarse sin reparo alguno.
Todas estas actividades deportivas antes mencionadas son beneficiosas para el retorno venoso, si se realizan
dos o tres veces por semana durante no más de una hora por vez.

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